Trabada esta empeñada lucha de maldad, diariamente aumenta el apetito del mal y va siendo menor la vergüenza.
Desterrando todo respeto de lo honesto y lo justo, la pasión se precipita a su capricho, y ya no se ocultan los crímenes en la sombra, sino que caminan a la vista: la depravación se ha hecho tan común, y de tal manera domina en los corazones, que la inocencia no es escasa ya sino nula.
¿Acaso son pocos y raros los que violan la ley? Por todas partes, y como a señal dada, precipítanse todos para confundir el bien y el mal.
De la ira (Séneca)